miércoles, 14 de agosto de 2013

El relato del indio

Infancia de San Martín en Yapeyú


Todas las mañanas, cuando el sol aparecía sobre el palmar, el niño moreno, de ojos negros y pensativos, abandonaba el caserón paterno despidiéndose de la madre, luego de obtener su permiso:
—Hasta luego, mamita. Voy a ver a Guavirá, que me está esperando junto al río.
Envolviéndolo en su tierna y amorosa mirada, contestábale la señora doña Josefa, esposa del gobernador del departamento de Yapeyú:
—Anda, hijito. Guavirá es un indio bueno y fiel, y sabe cuidar de ti. 
Los pájaros cantaban cuando el pequeño José, que contaba seis años, reuníase con el viejo indígena, que lo quería entrañablemente. Mirando pasar la corriente rumorosa y azul, Guavirá, indio de las Misiones, acostumbraba referir a su infantil oyente historias y leyendas de su raza.
Contábale las invasiones de los mamelucos, los gauchos portugueses del Brasil, siempre en guerra con los guaireños del Paraguay. Narrábale la historia del famoso cacique Oberá, el caudillo y profeta guaraní, que vivió en los tiempos del abuelo del bisabuelo de Guavirá.
Esta historia, entre todas las demás, despertaba un interés singular en el niño, que no se cansaba de escucharla bajo las palmeras que mecían dulcemente las brisas tropicales.
Oberá había venido al mundo para salvar de la opresión y la esclavitud a sus desdichados hermanos. Un día sublevó todas las tribus del Guaira, donde más larde los padres jesuítas establecieron sus misiones entre las selvas.
Cuando Guavirá hablaba de las misiones, donde había nacido y se había criado, sus ojos se humedecían. El niño escuchaba absorto el relato maravilloso.
—Oberá, que significa "Resplandor del Sol", se crió junto a un buen padre misionero que le enseñó la doctrina cristiana y a leer y escribir. Antes de saber manejar las armas, soñaba ya con libertar a los suyos del duro yugo de los españoles, y se lo dijo al padre misionero, a quien entristecía la esclavitud de los indios, pero rechazaba la violencia y la sangre. Un día el buen padre se fue.
Oberá volvió al seno de las tribus. Les habló de milagros. Mientras hablaba, Guavirá contemplaba las selvas del otro lado del río, como si esperase ver aparecer en su canoa espectral al iluminado indígena cuya sombra flotaba sobre los bosques y los ríos desde hacía muchas generaciones.
—Cuéntame las guerras de Oberá — instaba el pequeño José, a quien no admiraban los milagros. Y el anciano de piel cobriza proseguía su relato en una mezcla de guaraní y castellano.
"Resplandor del Sol" fue de tribu en tribu, predicando el alzamiento contra los opresores blancos. Hasta que se produjo una insurrección general en todo el Guaira. Los pobres indios querían ser libres, como habían nacido.
En este pasaje de la narración el tierno oyente aplaudía y su carita morena se enrojecía de emoción y entusiasmo.
—¿Y qué más, Guavirá?
—Cuando se supo que las tribus se habían sublevado, vinieron los soldados españoles armados de sables y arcabuces y causaron una gran mortandad entre los indios, que pelearon con todo el valor que tenían, pero fueron derrotados.
—¿Y el valiente Oberá?
—Vencido, se internó en los inmensos bosques del Chaco, diciendo que lo esperasen, que un día iba a regresar. Pero nunca volvió.
Aquí terminaba el relato del viejo indígena. Por la noche, mirando desde su camita las estrellas que brillaban sobre las selvas de las. Misiones, el niño, que se llamaba José de San Martín, permanecía despierto. Soñaba con Oberá, el indio que quiso libertar a sus oprimidos hermanos de raza, y cuyo nombre ellos no habían de olvidar jamás.
Se quedaba dormido y continuaba soñando. Cuando él fuera hombre, también habría de libertar a los pueblos oprimidos. Y su nombre sería inmortal...

--------------------------------
Tanto el texto como la imagen fueron digitalizados por Didáctica de esta Patria.

El relato fue extraído de una hermosa revista de la década del 50: Continente. Mensuario de arte, letras, ciencias, humor, curiosidades e interés general. Buenos Aires, Editorial Los Dos, N° 34, Enero de 1950. Responsables de la revista: Josquín F. Dávila y Oscar Lamuto.

La imágen es de Raúl Pugliese y fue extraída de Diez Gómez. Adolfo (1948) Cuentos de hadas argentinos. Buenos Aires, Editorial Peuser para Editorial Codex, Colección Infantil General Perón, distribuidos por la Fundación Eva Perón para todos los niños argentino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Queridos y queridas compatriotas, déjennos sus comentarios, preguntas, sugerencias, saludos y abrazos